Un nuevo accidente en instalaciones de la estatal petrolera mantiene en
vilo a tres familias zulianas. Sus seres queridos están en delicado estado de
salud. Mientras tanto autoridades de Petróleos de Venezuela sólo se preocupan
porque den alguna declaración a la prensa. Los mantienen bajo amenaza.
Maracaibo.- Tres de los cuatros heridos luego de la explosión del
pozo identificado con las siglas CM- 26, ubicado en Casigua el Cubo, al Sur del
Lago de Maracaibo están siendo atendidos con las uñas en las instalaciones del
Hospital Coromoto, en Maracaibo.
Leonardo Vera, con 51 años de edad,
tiene 97 por ciento de su cuerpo quemado. Mientras que Jesús Arturo Gómez
Gamboa, vigilante de la instalación, sufrió quemaduras de segundo y tercer
grado en el 80 por ciento de su humanidad.
Por su parte Adelis Hurtado está en cuidados especiales por tener casi
todo el rostro quemado. Este es el panorama que desde este lunes a las 6.30 pm
viven los familiares de estos tres hombres, quienes tienen –según los médicos
tratantes- diagnostico reservado.
Hoy tres familias zulianas se
lamentan a las afueras del que una vez tuvo la unidad de Quemados más moderna
de Latinoamérica, el Hospital Coromoto, de Maracaibo. Su principal reclamo es a
la estatal petrolera. Exigen respuestas. Afirman que sus familiares no contaban
con los implementos de trabajo y de seguridad necesarios para operar en el pozo,
al cual le hacían mantenimiento a través
de la contratista Wilson Venezuela, que presta servicios a PDVSA.
Aunque la nota de prensa publicada
en el portal oficial de la empresa petrolera venezolana dice que inmediatamente
luego de la explosión PDVSA activo sus mecanismos de respuesta para atender en
todos los sentidos las necesidades de los heridos y sus familiares, la historia
parece ser otra. Pocos quieren hablar, pero sus rostros dicen muchas cosas. Sin
embargo, el temor por perder a sus familiares les da valor y contaron a
Maracaibo 24 horas la odisea que han vivido desde la noche del lunes.
Uno de los familiares, quien no se identifico por miedo a
represalias, comento – con lagrimas en los ojos- el terror que sienten por
perder a sus seres queridos. Revelo que el traslado de los heridos se debió
hacer vía terrestre. Lo que corresponde a más de ocho horas de carretera del
Sur del Lago a la capital zuliana, esto
porque la estatal petrolera no cuenta con un helicóptero para estos
casos de emergencia, y tampoco diligenciaron apoyo alguno con las Fuerzas
Armadas, con lo que garantizarían una atención precisa justo 20 minutos después
de la explosión. Ahora no saben que hacer.
Desde anoche comen lo que entre
ellos mismos han podido comprar. Durmieron, muchos, afuera de la emergencia en
una banca. Las mujeres presentes lloran sin cesar. y los lamentos se deben
hacer casi en secretos. Las autoridades de PDVSA les prohibieron hablar con la
prensa. Pero a ellos sólo les importa que sus familiares salgan con bien de
esta historia, que pareciera se repite con más frecuencia en la empresa
petrolera venezolana.
Por: Carmen Guerra/
Maracaibo 24 horas
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